martes, 10 de agosto de 2010

La báscula

"Esta tarde ha entrado una bonita báscula en casa. Tenía una atractiva forma circular con una gran pantalla y llamativos indicadores de colores. Empecé a oír una curiosa voz... "Súbeteeeee... súbeteeeee... suuu-be-teeeeee..." era la bascula! Luego rápidamente recorrió la casa hasta llegar al cuarto de baño, parecía buscar un lugar dónde estar segura, allí se posó en el suelo, junto a un rincón. Parecía algo apagada. Me di cuenta que necesitaba algo de alimentación, con cuatro pilas AAA fue suficiente como para ver como sus pupilas se abrieron por completo y todos sus colores empezaron a brillar. Era como un reclamo irresistible. De repente, volvió a dejar de emitir cualquier señal. Y volvió a repetir con tono amenazante: "Súbeteeeee... súbeteeeee... suuu-be-teeeeee..." No podía hacer otra cosa. Un pie tras otro y ya estaba ahí arriba. Sabía que no iba a gustarme, pero ahí estaba, dispuesto a saber la verdad. Haciendo gala de una sinceridad brutal, su display rápidamente mostró una terrible combinación de cifras. Mientras, mis ojos contemplaron como la curiosa escala de índice de masa corporal iba iluminándose hasta alcanzar su máximo. Ahora escribo lo ocurrido y sé que ella aun está allí esperando con una maléfica sonrisa que vuelva a preguntarle"

Edgar Allan Poe featuring David Pascual.

7 comentarios:

  1. La báscula se equivoca...Ayyy omá!!!

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  2. a veces los números de las básculas son peores que los números de lost....
    Pero verás que gustico da cuando se ponga verde.. y como le gritarás PUTA! cuando coloraillo se ponga.

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  3. Oye... la mía consiguió que me pusiera a régimen.. Del soponcio que me dio al ver la cifra

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  4. Desde Navidad hasta Semana Santa había perdido tres o cuatro kilos.

    Con el Mundial y el verano he superado lo que pesaba en Navidad...

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  5. Siempre será una relación amor-odio. No la quería ver, fue morir y no llevarnos ni una semana completa sin otra...

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  7. Mi báscula reculó solita, retrocedió... retrocedió y se escondió en un rinconcito de mi habitación. Sabía que no quería ni verla y no quiso sentirse humillada al recibir mi mirada de desprecio. Poco a poco fue encogiéndose sobre sí misma y terminó por comerse las pilas que mostraban sus impertinentes y despóticos números. Ahora sé que me vigila pero sabe que no puede esperar nada de mí...

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